Palacio de Soñanes

El Palacio de Soñanes es la representación de obra civil más importante del barroco en Cantabria, por lo que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1981. Se construyó en la primera mitad del XVIII sobre una primitiva torre medieval, de carácter defensivo y origen feudal. Hoy en día destaca como auténtico baluarte de la arquitectura nobiliar de la comarca. 

En esta torre nació Juan Antonio Díaz de Arce y Pérez del Camino, un insigne carredano promotor de la obra quien fuera Caballero de Santiago y Agente General de Felipe V en Roma durante la Guerra de Sucesión.

Entre 1719 y 1724, canteros montañeses que reflejan en la obra elementos ornamentales propios de la región llevan a cabo la ejecución del proyecto, bajo la dirección del maestro de cantería Simón de Arce Muñóz, vecino de Selaya. Las instrucciones de Díaz de Arce, eran explícitas: «…que fuese lo mas ermosso que el arte diese de si», sin reparar en gastos, para levantar una obra suntuosa que al parecer costó finalmente ciento cuarenta mil ducados.

Palacio de Soñanes

Los maestros encargados habían entendido el mensaje de Díaz de Arce como una invitación a buscar la arquitectura nobiliar proliferación ornamental, lo que les lleva a una particular interpretación de los órdenes clásicos. La superposición de órdenes a que invita la idea clásica sugiere al orden dórico en la primera planta, al jónico en la segunda y al corintio en la superior, y aunque parcialmente esa regla es respetada, los capiteles son siempre corintios, en respuesta a esa búsqueda de la máxima estimación estética que pretendía el fundador.

Los frisos responden al orden lógico con ménsulas a modo de triglifos en el de la primera planta, decoración continua de «grifos» de orden jónico en la intermedia y vegetal de orden corintia en la superior.

Los fustes son respectivamente estriados, salomónicos, y estriados con dos tercios de tallas decorados. Las gárgolas y acróteras, el amplio balcón corrido de hierro forjado y un gran escudo contemporáneo a la construcción del palacio, con las armas del fundador y el escudo de la Orden de Santiago que se repite en las fachadas meridional y de poniente, además de un reloj de sol, completan el conjunto.

Estructuralmente presenta planta cuadrada, lo que permite una distribución interna regular, con habitaciones rectangulares de gran tamaño ocupando los frentes. En el centro queda un gran espacio vacío de planta cuadrada, que se corresponde con la torre central, y culmina en bóveda de arista. Es el espacio ocupado por la monumental y espectacular escalera que se inicia mediante dos tiros en ángulo para satisfacer las necesidades que imponen dos fachadas principales y dos portadas principales.

Tal vez una de las épocas más esplendorosas del palacio coincide, en la segunda mitad del XIX, con la actividad erudita de uno de sus más destacados huéspedes, Fernando Fernández de Velasco, vástago de las estirpes de Velasco y Díaz de Arce, y notable bibliófilo, al punto que llegó a reunir una colección de libros francamente admirable. Las relaciones literarias que sostuvo con algunos de los más insignes escritores de la región trajeron con frecuencia a Villacarriedo a Menéndez Pelayo, Pereda y Amós de Escalante, convirtiendo al palacio en un «vivo foco de cultura literaria» como José María de Cossio apunta en sus Rutas literarias de La Montaña.

En el amplio jardín, al Norte y Oeste del edificio, se pueden contemplar magníficos ejemplares de árboles ornamentales, entre los que destacan una frondosa magnolia, que desborda la tapia que separa del contiguo colegio de los Padres Escolapios, y dos tejos de grandes proporciones.