CONOCE LOS VALLES

Valle del Pisueña

Un espectacular relieve de media montaña atlántica: el valle abierto de fondo plano.

El río Pisueña es quien vertebra el espacio y el relieve; quien establece los terrazgos más fértiles y resuelve la ubicación de los núcleos, que tienden a una localización lo suficientemente próxima para aprovechar sus virtudes y lo suficientemente alejada para sortear sus bravatas.

Valle del Pisueña

La ocupación de este valle se remonta a la Edad de Bronce, época a la que pertenece el famoso Caldero de Cabárceno, fabricado hacia el año 1.000 a.C. Con la Edad de Hierro se continuó con la labor minera, que cobró particular importancia tras la conquista romana gracias a la cercanía del Portus Victoriae (Santander).

En la época medieval, cuando el poder territorial y social se ejercía desde las abadías, se empiezan a crear los primeros núcleos de población buscando la protección de los monasterios. A partir del siglo XII los campesinos libres se encomiendan a la nobleza laica.

El valle del Pisueña encuentra su principal icono patrimonial en las cabañas pasiegas de uso ganadero que aparecen por doquier. También destaca un relevante patrimonio arquitectónico civil y religioso, como la Iglesia de San Jorge, la Colegiata de Santa Cruz de Castañeda y La Iglesia románica de San Andrés.

Nuestra Señora de la Asunción es otro de los ejemplos arquitectónicos del románico cayonés, reformada en los siglos XVI y XVII. Frente a la Iglesia de San Andrés, que perteneció al linaje de los Ceballos, se halla la Casona de Ceballos el Caballero, de merecida visita.

Valle del Pisueña

Las posibilidades que la comarca ofrece a los visitantes a la hora de realizar turismo activo son múltiples: paseos a caballo, 4×4, rutas en quads y multiaventura, rutas de interés cultural o rutas de senderismo.

Para los que visiten la comarca con afán deportivo y cultural encontrarán una gran oferta de excursiones señalizadas, entre las que se encuentran:

PR-S53- El «hayal» de Aloños
PR-S56- Río de Rubionzo y robledal de Zarrizuela
PR-S57- La huella del Ferrocarril
PR-S67- Los cabañales de Pisueña (Ruta de La Lama)
PR-S68- Las cabeceras de Selaya
PR-S69- El nacimiento del Pisueña (Ruta de La Garma)
PR-S70- El Robledal de Todos y Cubía
PR-S71- Los Picones de Sopeña

Otros plácidos paseos que permiten conocer de primera mano los valores culturales y arquitectónicos del Valle del Pisueña son:

  • Paseos tranquilos entre pueblos y aldeas partiendo de Escobedo de Villafufre
  • Una mirada desde lo alto (recorrido a través de los pueblo Santa María de Cayón)
  • Un recorrido por el arte románico de Castañeda y Santa María de Cayón o entre blasones y molinos en los pueblos del municipio de Saro
  • Descubriendo la arquitectura religiosa del siglo XVII, un itinerario por los distintos pueblos del municipio de Penagos
  • Una ruta por los pueblos carredanos del municipio de Villacarriedo
  • De la cabaña pasiega a los palacios barrocos, recorrido por los barrios de cabecera y el conjunto monumental de Selaya y Villacarriedo

El verano es el momento de las fiestas populares y el jolgorio en la comarca. Entre julio y agosto raro es el día en que alguno de nuestros pueblos no rememora sus antiguas tradiciones o celebra una fiesta en nombre de su patrón.

Proliferan los concursos de deporte rural (corta de troncos, arrastre de peso, tiro de cuerda…) y el salto pasiego. Tampoco faltan los sobaos, las quesadas y  los bolos. Salen a relucir los viejos trajes regionales y el sonido del pito y el tambor para reunir a todos los hijos del pueblo, los residentes y los ausentes, que con frecuencia son muchos en esta tierra de emigrantes y de indianos.

 

Selaya concita cada 15 de agosto la más importante cita para los pasiegos, el día de la Virgen de Valvanuz, la patrona de los pasiegos.

En la primera quincena de julio se celebra en Castañeda uno de los festivales más importantes de la comunidad, el Festival Folk.  Por otro lado, en Lloreda de Cayón se celebra el día 1 de septiembre la fiesta de San Vicente, con un singular desfile de carrozas y trajes regionales.

Los primeros rastros de ocupación humana en este valle se han hallado en la sierra de Cabarga, fuente de un rico mineral de hierro que fue explotado por los nativos ya desde la Edad de Bronce. Entre los restos hallados de esta época destaca el famoso Caldero de Cabárceno, fabricado hacia el año 1.000 a.C.

La industria minera cobró especial importancia durante la Edad de Hierro y tras la conquista romana gracias a la cercanía del Portus Victoriae o Puerto de Santander.

Los primeros núcleos de población no se empiezan a formar hasta la época medieval, cuando los campesinos empiezan a buscar la protección de los monasterios. A partir del siglo XII los campesinos libres se encomiendan a la nobleza laica en un régimen feudal más atemperado que en otras zonas de España gracias a su carácter “hidalgo”.
Durante la época medieval se escribieron algunos de los hitos más memorables de la historia cántabra, uando los campesinos carredanos forzaron la independencia respecto del poder señorial.

El Valle del Pisueña mantiene el tipo de relieve que cualquiera puede esperar de una montaña atlántica: un valle abierto de fondo plano con relieves alomados en los que dominan los distintos tonos verdes de bosques de frondosas y pastizales de diente o segadío.

En su contacto con la cordillera se aprecia un cordón montañoso de cierta relevancia. Los materiales dominantes, básicamente arcillas y areniscas han permitido al río manejarse a su antojo. En su discurso se encuentran los terrazgos más fértiles y los principales núcleos.

Valle del Pisueña

El patrimonio cultural del Valle del Pisueña se deja notar en las innumerables casonas montañesas, con sus piezas heráldicas, torres, palacios o magníficas solanas dispuestas en hilera. También el patrimonio de tipo religioso encuentra una amplia representación en el valle, con gran variedad de estilos, entre los que destacan importantes muestras de arquitectura románica.

En Penagos se puede contemplar la Iglesia de San Jorge, levantada en el siglo XVI sobre una originaria construcción prerrománica que ya veneraba a San Jorge y declarada Bien de Interés Cultural en 1991. Cuenta con una robusta torre cuadrada del siglo XVII y un estilo gótico que la envuelve. La Iglesia Parroquial de San Juan Bautísta del Arenal, la Iglesia de San Pedro Apostol de Sobarzo, la coqueta ermita de Santa Eulalia de Penagos o la Iglesia parroquial de Llanos, con portada de estilo renacentista, constituyen magníficos ejemplos de la arquitectura religiosa del s.XVII. De la misma época data el Palacio de Miranda y el gran escudo de la fachada  con las armas de Agüero y Miranda.

En Castañeda merece una mención la Colegiata de Santa Cruz de Castañeda Declarada Bien de Interés Cultural y enclave frecuentado por los peregrinos del Camino de Santiago.Santa María de Cayón, por su parte, acoge la Iglesia románica de San Andrés, que guarda una colección de sarcófagos de los siglos X al XIII. Dos ejemplos de románico cayonés destacables son la Iglesia de San Miguel de Carceña y Nuestra Señora de la Asunción. Frente a la iglesia de San Andrés, que perteneció al linaje de los Ceballos, se halla la casona de Ceballos el caballero, levantada durante el siglo XVI.

En el camino a Esles encontramos el Monasterio de San Vicente de Fístoles y la Ermita del Angel, en la que comienza un Vía Crucis de madera que finaliza su recorrido Iglesia Parroquial de San Cipriano. En Vega de Villafufre está ubicado el Solar de Felix de Vega y Carpio, padre del genial escritor Lope de Vega, o la portalada del solar de Juan Montero de la Concha.

En La Canal se ubica el Palacio de Don Domingo Herrera de la Concha y Miera, conocido como el Convento, buen ejemplo de arquitectura clasicista. En el municipio de Saro se encuentra el Palacio de Gómez- Barreda, que sigue los cánones constructivos de las casonas con torre del siglo XVIII.

No se puede pasar por el pueblo de Llerana sin visitar la Iglesia de San Lorenzo, de tradición gótica, que se levanta en el siglo XVII sobre los restos de un antiguo templo medieval. A sus pies se erige una torre esbelta rematada en pirámide de piedra y balaustrada que acoge en la actualidad el aula museo de los indianos carredanos.

En Villacarriedo encontramos el Palacio de Soñanes, declarado Bien de Interés Cultural en 1981 y considerado la obra más destacada del barroco montañés. Díaz de Arce, promotor del proyecto, pretendía del edificio: “…que fuese lo mas ermosso que el arte diese de si”, lo que los maestros encargados interpretaron como una invitación a buscar la proliferación ornamental. Completan el conjunto gárgolas y acróteras, un balcón de hierro forjado, un gran escudo contemporáneo con las armas del fundador y la orden de Santiago y un reloj de sol.

En Selaya el referente arquitectónico es el Palacio de la Colina o Palacio de Donadío, que se levanta frente a la bolera más bella de Cantabria. También el Santuario de Nuestra Señora de Valvanuz,patrona de los pasiegos, es visita obligada, así como el Museo Etnográfico de la Casa de La Beata, donde se puede visitar una exposición permanente sobre las amas de cría pasiegas.

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