En los Valles Pasiegos existe una tradición arraigada desde tiempos inmemoriales que ha perdurado hasta el día de hoy: el salto pasiego y el manejo del «palu». Estas prácticas, fundamentales en la vida de los habitantes de la región, no solo han resistido el paso del tiempo, sino que también han sido reconocidas por el Gobierno de Cantabria como un Bien de Interés Local Etnográfico Inmaterial en varios municipios, incluyendo Vega de Pas, Selaya, San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera, desde el 16 de septiembre de 2015.
El «palu» pasiego, una vara de avellano blanco flexible y recta, cortada en la luna menguante de enero, es una herramienta versátil que ha sido utilizada por generaciones para una variedad de propósitos. Desde la caza hasta el transporte de bultos, e incluso como un medio para cortejar a las mozas, el «palu» ha sido un compañero constante en la vida cotidiana de los pasiegos. Sin embargo, su función primordial era salvar los muros de piedra entre las fincas y superar los obstáculos del monte durante las mudas entre cabañas.
Modalidad deportiva.
El salto pasiego, derivado del uso habitual del «palu», ha evolucionado hasta convertirse en una modalidad deportiva y de exhibición. Se dice que los pasiegos iniciaron las competiciones de salto pasiego, que solían celebrarse durante el día de Nuestra Señora de Valvanuz, donde los participantes competían para ver quién podía rodear antes la ermita dando saltos con el «palu». Desde al menos el siglo XIX, se tienen registros de concursos de saltadores en diversas modalidades, convirtiendo esta práctica en un símbolo de destreza y habilidad.
Una de las modalidades más emblemáticas es el «salto pasiego», donde los participantes deben agarrar el «palu» por un extremo con la mano dominante y, con un impulso vigoroso, impulsarse hacia delante y superar la mayor distancia posible sin rebasar la línea de salto. Otra modalidad desafiante es «mudar el palu», donde los saltadores intentan levantar el «palu» desde una posición casi vertical, demostrando un control excepcional sobre el artefacto.
El «juego de rayar», también conocido como «rayar con el palu», es otro aspecto fascinante de esta tradición. Los participantes deben deslizar la mano sobre el suelo mientras se mantienen en equilibrio sobre el «palu», depositando una moneda o marcando con los dedos, sin tocar el suelo con ninguna otra parte del cuerpo.
Estas prácticas, más que simples actividades físicas, son una manifestación de la identidad y la cultura pasiega, transmitiendo valores de destreza, tradición y conexión con la tierra a través de los siglos. Sumérgete en la magia del salto pasiego y el «palu», y descubre la riqueza de la cultura cántabra en sus hermosos valles.