
La leyenda del Hombre Pez de Liérganes
Enclavada entre paisajes llenos de historia y tradiciones, Liérganes guarda uno de los relatos más enigmáticos y cautivadores de los Valles Pasiegos: la leyenda del Hombre Pez. Esta historia, que ha sido transmitida de generación en generación, combina elementos de aventura, misterio y lo sobrenatural, y hoy invita a locales y visitantes a adentrarse en un mundo donde el mar y la tierra se confabulan para tejer un relato inolvidable.
El Origen de la Leyenda
La historia se centra en la figura de Francisco de la Vega, un joven de cabellera pelirroja nacido en octubre de 1658, que desde niño mostró una profunda afinidad por el agua. Hijo de María del Casar, quien luchó incansablemente para sacar adelante a sus cuatro hijos tras enviudar, Francisco se ganó el apodo de “Hombre Pez” gracias a su pasión por nadar, bucear y pescar en las orillas del río Miera.
A los 14 años, su madre lo envió a Bilbao para aprender el oficio de carpintero. Sin embargo, el destino tenía reservado para él un encuentro que cambiaría para siempre la vida y el imaginario popular de Liérganes. La noche de San Juan de 1674, mientras celebraba junto a amigos, Francisco se internó en la ría de Bilbao para disfrutar de la tradición de saltar hogueras y nadar en sus aguas. Poco después, fue visto alejándose por las aguas, y a la mañana siguiente, sus compañeros se percataban de que él había desaparecido sin dejar rastro. Con la ropa a cuestas, se esperó su regreso, pero el sol salió sin que apareciera, y la noticia de su desaparición se extendió rápidamente, dando por muerto al joven.
El Misterioso Rescate en Cádiz
La verdadera vuelta de tuerca a la leyenda se produjo cinco años después, en 1679, cuando unos pescadores en la bahía de Cádiz se toparon con una escena tan insólita como misteriosa. Mientras pescaban, avistaron a lo que parecía ser un hombre nadando de forma errática entre las olas. Tras varios intentos y días de persecución, finalmente capturaron al joven de cabello rojizo, que parecía desconcertado y no articulaba palabra alguna.
Llevado al convento de San Francisco, los frailes, sorprendidos por su extraño comportamiento y aspecto, sospecharon que podía estar poseído y procedieron a someterlo a un exorcismo. Fue en ese momento, cuando, tras varios días de silencio, el joven pronunció una única palabra: “Liérganes”. Esta única exclamación dejó perplejos a sus salvadores, pues parecía invocar el nombre del pueblo que, hasta ese instante, parecía haber quedado en el olvido.
La Verificación y el Regreso a Casa
El eco de aquel enigmático “Liérganes” llegó rápidamente a oídos del obispo de la zona, originario de una localidad cercana, quien, movido por la curiosidad, encargó a su amigo Diego de Rubalcaba, secretario general de la Inquisición y también natural del pueblo, que indagara en el misterio. No tardaron en descubrir que, cinco años atrás, se había perdido un joven pelirrojo en la ría de Bilbao, a quien todos daban por muerto. Con el creciente recuento de anécdotas y testimonios, se decidió realizar una prueba para confirmar la identidad del enigmático varón.
Un fraile, ingenioso en su planteamiento, sugirió que, durante el viaje de regreso al pueblo, el joven descendiera del carromato en un lugar conocido: La Dehesa. La idea era sencilla pero reveladora: si el muchacho era realmente Francisco de la Vega, su instinto lo llevaría sin dudar a la casa de su madre. Y así fue: al llegar a La Dehesa, Francisco bajó del vehículo y, como si una fuerza invisible lo guiara, caminó solo hasta llegar a casa, dejando perplejos y emocionados a su madre y a su hermano Tomás. En ese instante, la leyenda del Hombre Pez se consolidó, y el relato se fue enriqueciendo con detalles fantásticos que, con el paso del tiempo, se fundieron con la fantasía popular.
La Vida en Liérganes y su Final Incierto
Una vez de vuelta en su tierra, Francisco de la Vega permaneció en Liérganes durante casi una década, aunque su conducta ya no era la del vivaz muchacho que una vez recorrió el río Miera. Con un “entendimiento turbado” y un comportamiento casi errático, se le vio deambulando por el pueblo, a veces malvestido o incluso desnudo, apenas pronunciando palabras. La leyenda relata que sus escasas palabras se reducían a “pan, vino y tabaco”, expresiones que parecían resumir una vida de penurias y desencuentros.
A pesar de su extraña conducta, la figura de Francisco era digna de confianza, y en ocasiones se le encomendaban importantes recados, incluso llegando a cruzar la bahía nadando para cumplir con sus misiones, como las entregas de mensajes que debían alcanzar a Santander o a Pedreña. Sin embargo, en una de estas travesías por el mar, el Hombre Pez desapareció para siempre, sellando el misterio que lo rodea y dando origen a un relato que desafía la lógica y se adentra en el terreno de lo legendario.
Un Legado Cultural y Turístico
Hoy en día, la leyenda del Hombre Pez es uno de los atractivos más emblemáticos de Liérganes y de los Valles Pasiegos. El Centro de Interpretación del Hombre Pez, ubicado en el antiguo molino de Mercadillo—edificio construido en 1667 por el Secretario de la Inquisición Don Diego Rañada Rubalcaba y rescatado gracias a la iniciativa de la familia de José Sainz de la Cuesta—ofrece a los visitantes una mirada única sobre esta fascinante historia. El molino, que en su día fue un centro industrial dedicado a la molienda de maíz y trigo, hoy se presenta como un espacio cultural donde se exponen testimonios, recreaciones y materiales que invitan a redescubrir el mito del Hombre Pez.
Además, en las inmediaciones del emblemático Puente Mayor, frente al río Miera, se puede admirar una escultura realizada por el artista Javier Anievas. Esta obra representa al Hombre Pez en su juventud, fusionando la tradición y el arte contemporáneo para rendir homenaje a uno de los personajes más misteriosos de la región.
Un Viaje a la Fantasía y la Historia
La leyenda del Hombre Pez de Liérganes trasciende el tiempo y el espacio, convirtiéndose en un símbolo de la fusión entre la realidad y el mito, entre el hombre y la naturaleza. Su historia, marcada por la desaparición, el misterio y el regreso milagroso, invita a locales y visitantes a soñar, a cuestionarse y a explorar los recovecos de una tradición que sigue viva en cada rincón de Liérganes y de los Valles Pasiegos.
Si visitas la región, no dejes de recorrer sus senderos, cruzar el Puente Mayor y acercarte al antiguo molino de Mercadillo. Sumérgete en la magia de este relato, donde cada piedra, cada río y cada brisa te hablan de un hombre que, en algún lugar entre el agua y la tierra, sigue nadando en el imaginario colectivo, recordándonos que a veces, lo inexplicable es lo que nos une con nuestras raíces y con la esencia misma de nuestra historia.
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