Esta ruta recorre la Sierra del Caballar, balizada totalmente como PR S-54 y separada por dos llanuras de origen aluvial que supone un obstáculo al fluir el río Pisueña entre el Valle de Carriedo y Santa María de Cayón. Solo una pequeña parte del río consigue la unión de ambas llanuras.
Caballar no es una sierra aislada, pertenece a una unidad de relieve esencial en la estructura fisiográfica de la región, como continuidad de las sierra del Escudo de Cabuérniga y del Cuera asturiano.
Desde la alta campiña carredana, la sierra aparece como un rotundo obstáculo al discurrir del río Pisueña. Su origen hay que buscarlo en un accidente tectónico profundo coincidente con la formación de la cordillera cantábrica. En ese período, 35 millones de años atrás, las fuertes presiones ocasionaron una línea de fractura paralela a la costa, el bloque más meridional se levantó y se deslizó sobre el otro, dejando al descubierto materiales antiguos que reposan sobre otros más modernos, invirtiéndose la disposición lógica de los sedimentos. Encontramos así rocas silíceas del triásico, arcillas, ofitas, conglomerados, areniscas y limonitas, principalmente.
Es preciso destacar otros atractivos que se suman a éste panorámico. Es significativo, especialmente, el modo en que se enfrentan dos modos de aprovechamiento tan diferentes como el propio de los ambientes pasiegos, o de transición, y aquel otro que se deriva de los usos forestales maderables, con especies de crecimiento rápido, que se generalizan aquí a partir del último tercio del siglo XIX.
Aquél, el pasiego, fue dañino para el bosque, en la medida en que éste era uno de los pocos recursos al alcance de las sociedades tradicionales de la cordillera, y porque su modelo económico era muy dependiente de una disponibilidad enorme de pastos, que se obtuvieron frecuentemente por roza y desbroce o directamente mediante el incendio de superficies forestales. Todo ello vino a sumarse, en ese período, a una trayectoria muy perniciosa para el bosque montañés en siglos anteriores, derivada de la actividad de astilleros y ferrerías. La otra imagen es la que ofrecen los cultivos maderables de pino (Pinus radiata) que se renuevan en turnos de corta de unos catorce años, y ocupan las laderas más regulares. El grupo de montes Caballar está formado por ocho Montes de Utilidad Pública, ubicados en los municipios de Villafufre (Caballar, Cuesta Mijares, Caballar y Castillo, Caballar y Plantío del Rey) y Santa María de Cayón (Alto y Cagigal, Las Podas, Caballar y Juyo o Caballar y Callejo).
Uno de los atractivos de esta ruta lo constituyen las generosas panorámicas hacia el Este y Sureste sobre las tendidas cabeceras del río Llerana y la propia cabecera del Pisueña. El carácter panorámico permite otear los núcleos de San Martín, Sandoñana, Penilla y Susvilla hacia el Pisueña o los de Ojuriego y Trasvilla hacia el Pas, con Rasillo en la divisoria de aguas. Podemos apreciar la forma lineal del pueblo de San Martín, resultado de una construcción histórica vinculada al camino que une ambos valles.
En esta vista general del valle se aprecia la distribución de los rodales de árboles. Unos medran alojados en las vaguadas que desaguan la sierra, beneficiándose de la mayor humedad ambiental de los márgenes de pequeños torrentes; otros se acogen a los linderos que separan fincas compartimentando el terreno cultivado y satisfaciendo las pequeñas necesidades de madera. Podría decirse que el uso tradicional los conserva.
El paseo se inicia en el alto de San Martín. Rumbo a Sandoñana, en la primera curva, junto a una casa, se toma a la izquierda un camino indicado que asciende entre rodales de castaño y roble. Se alcanza una cabaña asentada sobre un amplio collado. Desde esta altura y hasta la culminación, el monte está cubierto de pinos, y en menor medida de eucaliptos. La ascensión no tiene ninguna dificultad. La cima se alcanza enseguida y ofrece una panorámica que se extiende hacia el Oeste hasta las montañas de Campoo, y hacia el Norte hasta la coqueta bahía santanderina. Es preciso descender en principio hacia el Pas, perdiendo rápidamente altura, para retomar pronto, a la izquierda, el rumbo al Este, sobre una pista que separa el bosque autóctono de la parte inferior de la ladera, del bosque de repoblación de la parte superior. Pronto se alcanza el collado divisorio que se atraviesa en el ascenso. Para cerrar la ruta se desanda el camino en dirección a San Martín.