Este recorrido permite rodear toda la cuenca alta del río Pandillo, transitando en la primera mitad del mismo la divisoria entre los ríos Aguasal y Ruyemas, hasta el Cerro de La Vara y el cabañal de Colina, y descendiendo, en la segunda parte de la travesía, desde las altas laderas de Peña Negra, de nuevo hacia Ruyemas.
Se trata de un recorrido de media montaña, en el que destacan llamativamente al menos tres cuestiones: la organización del espacio en los cabañales pasiegos de media ladera o de braña; la verticalidad, y la fuerte impronta paisajística que en este sector occidental de Valnera imponen los procesos erosivos fluviales y de ladera; y finalmente los hábitats naturales o seminaturales que acompañan al prado como unidad productiva del mundo pasiego: los bosques de haya y los espacios de landa atlántica de brezo y tojo.
En el inicio, un sendero estrecho, zigzagueante, con pequeños tramos encachados para facilitar el tránsito en pendiente, discurre junto al trazado del río Ruyemas, en un ambiente de clara regeneración del robledal, que en esta ladera solana contrasta con la fronda de hayas de la ladera enfrentada, en la umbría. Pronto el camino se desvía a la izquierda para tomar la divisoria de aguas con el arroyo de Aguasal, y salvar de forma regular la fuerte pendiente del tramo que conduce al cabañal de Colina.
Ascenso a monte abierto.
El ascenso se lleva a cabo en monte abierto, atravesando un pequeño cabañal a media ladera y con muy generosas panorámicas del entorno, tanto hacia el Norte, sobre el valle de Aguasal, como hacia el Sur y Oeste, sobre el Monte Las Garmas y el propio valle de Pandillo aguas abajo. Una vez en el Cerro de La Vara, al pie de la cabecera del arroyo Rucabao, en la orientación al Noroeste. El hayedo, completamente monoespecífico, con un poco diverso sotobosque, muestra los indudables efectos de la verticalidad de la ladera y de la rudeza meteorológica que acontece en estos casi 1200 m. de altitud de la más lluviosa de las montañas cantábricas: el acodamiento basal, efecto de la reptación de la ladera o de la adaptación a la nieve invernal en la juventud de las hayas, y un crecimiento muy limitado, poco vigoroso, sin pies derechos, son los efectos morfológicos más Castro Valnera, apenas supone unos minutos introducirse en el llamativos.
Una vez en Colina es preciso tomar rumbo al Sur, tomando como referencia una curva de nivel un poco por encima de los 1100 m. de altitud. De este modo se circunda en cabecera el nacedero del Arroyo de Ruyemas, a los pies del cordal que definen de Norte a Sur El Castro, Peña Negra y El Rostro. Junto al más meridional de los arroyos de cabecera se lleva a cabo un rápido descenso.
El cabañal de Ruyemas se alcanza sin dificultad en menos de una hora.
Los pequeños prados delimitados por muros de piedra cuentan a menudo con una cabaña, célula del hábitat disperso de la pasieguería. Son por lo general edificios sencillos, muy funcionales y particularmente herméticos en esta cuenca. Si bien el uso actual es poco menos que testimonial, el cabañal mantuvo una actividad frenética durante el estío hasta la década de los ochenta, que marca el declive de la actividad ganadera tradicional en estas montañas, caracterizada por un régimen itinerante de manejo ganadero al fin de lograr el máximo aprovechamiento del escaso terreno de pasto disponible.
El regreso puede realizarse siguiendo el río por su derecha, o bien, si se prefiere alargar la ruta, tomando el trazado del PR-S76 hacia el Monte Las Garmas, ganando altura en la ladera y transitando por un viejo sendero que se interna en un magnífico hayedo después de vadear el arroyo. El bosque se caracteriza por un sotobosque poco diverso pero maduro de arándano (Vaccinium myrtillus).
El recorrido, íntegramente incluido en la red ecológica europea Natura 2000, en el Lugar de Importancia Comunitaria de la Montaña Oriental, permitirá seguramente algunos avistamientos faunísticos notables.