Las dos recogidas cuencas que drenan el macizo de Valnera son Rucabao y Aguasal que alimentan las aguas del arroyo de Pandillo, cedente al Pas aguas abajo de la Vega.

El recorrido entre ambas cuencas permite reconocer valores esenciales del mundo pasiego en uno de los escenarios paisajísticos más emblemáticos de la montaña oriental de Cantabria, la enérgica fachada occidental de Valnera. Entre los rasgos culturales del espacio pasiego llaman la atención aquellos que son propios de la construcción del paisaje humano, tanto en lo que atañe a las grandes líneas de configuración de las laderas en mosaico, como en lo que se refiere al detalle del patrimonio construido representado en bodegos, cabañas, cubillos y cierres en bargareto.

 

El «río del paso», que así debieron llamarlo en siglos precedentes quienes desde las merindades castellanas pretendían el complejo acceso al Norte de la divisoria entre estas imbricadas cabeceras, ofrece en cada estación del año matices de paisaje diferentes, ligados a la siempre evidente presencia del hombre en estas montañas, que fueron parte esencial de su sustento y de la configuración de su particular identidad cultural.

El camino se inicia en el barrio de Portilla. El «barrio» del mundo pasiego constituye el nivel intermedio en la configuración del poblamiento. Supone una modesta agrupación del cabañal, sin los servicios esenciales de «la plaza», ni la dispersión absoluta de las laderas. El sendero crestea por la linde entre ambos valles, sorteando cabañas, algunas fincas y pequeños rodales de cajiga en las orientaciones al mediodía. El ascenso es continuado hasta la cabecera de la Canal de Selpedrizo, bien por sendas de pastores, bien por pequeñas veredas incididas por el paso del ganado en áreas abiertas; cuando en ese ir y venir se deriva en la orientación al Norte la naturaleza marca sus normas y es el hayedo quien ocupa el nicho ecológico. Por debajo de los mil metros de altitud ese hayedo acoge ejemplares notables, que se desarrollan a sus anchas en el lluvioso y templado ambiente de estas montañas medias. Más arriba, cualquier pequeña incursión en el bosque nos mostrará los efectos de la altitud y del rigor térmico de los inviernos de esta aproximación a la alta montaña cantábrica que representa la cima de Valnera. Los ejemplares de gran porte dan paso, en esta transición al mundo subalpino, a otros menos enérgicos, menudos, de crecimiento muy lento, y a un ambiente forestal de menor diversidad.

La toponimia refiere a menudo a modos tradicionales de uso y aprovechamiento del espacio agrario, como seles o brenas, o refleja la presencia continua del agua en estas montañas, con Aguasal o Ruyemas como mejores ejemplos. En el ascenso dejará atrás el visitante los cabañales de Portilla, La Brinía, El Sillar o La Cotera; antes de llegar a los más elevados, Orra y Hormías, es preciso descender a través de un sendero nítidamente marcado en el collado que conduce al caballar de El Siar.

Este topónimo, como el de «Sier» también procede de «sel», aunque la «r» final parece referir cierto parentesco con el vascuence «sare», pesebre o redil. Algo más abajo, en la misma ladera, tras un recorrido zigzagueante, y en medio del bosque de robles que coloniza esta orientación al mediodía, aparece una de las imágenes más características del recorrido, con el magnífico escenario de fondo que supone la fachada imponente de Valnera. Se trata de uno de esos seles tan referidos por la toponimia local. La ordenación en sel, conforme a la interpretación pasiega de este entorno de la cantábrica, supone la creación de un aseladero, o zona de descanso nocturno para el ganado a refugio de depredadores, con presencia cercana del pastor y su cubículo. Generalmente en medio del bosque, se obtienen por roza en un claro del mismo, de tamaño intermedio, en torno a una hectárea y forma elíptica. En este caso, al entorno de las dos cabañas de la finca, se le añade una estructura cerrada similar a los bargaretos propios del alto Pisueña, al estilo de una manga de manejo ganadero que permite redistribuir hacia diferentes intensidades de uso en la finca al ganado.

 

El último tramo de descenso hacia el río de Aguasal se realiza por el interior del bosque junto a la canal de Siar. Una vez en el eje que articula el valle se toma una senda bien definida junto a la ribera, unos metros por encima del cauce. Antes de descender a La Estribera, se propone ascender a la pradera de Aguasal, superando, a la izquierda del camino, el cono de deyección que forma el arroyo del Sel de La Garma en su confluencia con el río principal. Una vez aquí solo queda descender a La Estribera acompañando el discurrir caudaloso del Aguasal. Para cerrar el circuito sería preciso además descender hasta el punto de inicio en Portilla siguiendo la carretera que viene aquí desde Vega de Pas.