La hidrografía de la cabecera del Pas la articula, entre otros, el valle de Viaña, convierte sus aguas entre los barrios de Candolías y El Burnalón. En la zona de cabecera se divide en dos nacederos que reúnen, aquí, en Cubirquío, un fluir común.
Al Oeste el Arroyo Tejeda drena las laderas de Uyago y Vidular desde los Coteros de La Marruya y Senante. Al Este, y esta será la zona objeto de visita en esta ruta, el Arroyo de Bustalvain desciende desde las laderas de Lamesalcarro y Bustalvain. El interfluvio entre ambas lo supone la Sierra de Vega Redonda, que hace honor a su nombre con una topografía suavemente cóncava, alomada y tendida, en la que se asienta el bosque Marroquín, una de las pequeñas masas de cajigal que perviven en el mundo pasiego.
La ruta que se propone ofrece varios atractivos, siendo muy destacados los que se asocian a la naturaleza de los hábitats de la ribera del río; desde el punto de vista etnográfico y cultural, el modelo de aprovechamiento pasiego de las laderas del Cuadro y Cutil, el patrimonio edificado, y los valores de la micro organización del espacio ganadero que representan puentes, senderos peoniles, abrevaderos, muros y linderos, llenan de contenido un paseo sencillo y muy agradable apto para cualquier iniciado en el senderismo.
Partiendo de la plaza de Viaña en Cubirquío se toma el sendero que acompaña el discurrir del arroyo Bustalvain y asciende enseguida entre el robledal. El bosque acompaña la primera parte del itinerario, si bien pronto se accede a una braña más abierta, en regeneración, de pasto estacional, pero en trance de una lenta colonización por espinos, sauces, perales silvestres y algún roble, que logran sortear los periódicos fuegos invernales o la acción de desmoche de la fauna silvestre y doméstica. Esta ladera del valle, umbría y de fuerte pendiente, apenas tiene otro aprovechamiento pastoril, y no acoge ningún cabañal, de modo que es factible prever una progresiva densificación del bosque.
A medida que el sendero profundiza en el valle, van apareciendo abedules aislados, algunos de notable porte, que se ajustan a las líneas de humedad o a la zona más próxima a la ribera; después, antes de alcanzar el cauce, Espino Albar atraviesa la senda una zona densamente (Crataegus poblada de sauces y avellanos.
Finalmente, el entorno del cauce al que se accede es realmente atractivo, con continuos saltos de agua que generan rincones llenos de encanto.
Valle arriba no es posible un acceso cómodo, la ladera se torna realmente agreste, de manera que proponemos desandar lo andado para descender al único puente que permite vadear el cauce a la altura de la primera finca, ya en la ladera solana, del cabañal del Cuadro. Se trata de un paso modesto de piedra y un solo ojo, seguramente de la segunda mitad del siglo XIX atendiendo a la arquitectura del mismo, con una estrecha dovela formando la clave y atendiendo también al hecho de que no debió sobrevivir ningún paso anterior a 1834, cuando acontece la «espantosa riada» que recoge Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico-Histórico de Santander para la voz «Viaña».
A partir de este punto el sendero discurre entre fincas y cabañas, con una generosa panorámica sobre el Campizo de Busticabañas, en la ladera del valle de Tejeda. Ganando lentamente altura se atraviesa todo el modesto cabañal del Cuadro rumbo al Cutil. Los edificios de este entorno responden a la tipología más clásica de las cabañas de orientación exclusivamente ganadera; apenas aparecen solanas, porque no eran edificios de residencia permanente en ningún caso, son frecuentes los bodegos y pequeños colgadizos anexos al corpus central de la cabaña; como se acostumbra en el alto Pas, el hastial o muro trasero no cuenta con ventano «espaladero» y el calce central de la cuadra es más amplio que en los edificios del Pisueña o el Miera.
Al final del cabañal, el sendero penetra en pequeñas manchas forestales dominadas por la presencia del roble y comienza a descender hacia el punto de inicio.