PR-S76 Praderas de Ruyemas atraviesa la cabecera del río Pas, Pandillo, las faldas de Valnera: Agusal y Rucabao pasando por el cerro de La Vara y el de Pandillo hasta el cabañal de Ruyemas.
La margen derecha del arroyo por la que se asciende se caracteriza por la enorme proliferación de jóvenes cajigas en regeneración que recuperan lentamente para el bosque laderas que en los últimos siglos quedaron consagradas al aprovechamiento ganadero.
El cabañal de Ruyemas se alcanza sin dificultad alguna en menos de una hora de cómodo paseo.
Antes habremos dejado a la izquierda un desvío señalizado como «Miradores de Valnera», que conduce al cabañal de Colina en otro de los itinerarios destacados en esta guía. Los pequeños prados delimitados por muros de piedra cuentan a menudo con una cabaña, célula del hábitat disperso de la pasieguería. Son por lo general edificios sencillos, muy funcionales y particularmente herméticos en esta cuenca intramontana tan expuesta a las nieves y los fríos invernales.
Si bien el uso actual es poco menos que testimonial, el cabañal mantuvo una actividad frenética durante el estío hasta la década de los ochenta, que marca el declive de la actividad ganadera tradicional en estas montañas, caracterizada por un régimen itinerante de manejo ganadero al fin de lograr el máximo aprovechamiento del escaso terreno de pasto disponible.
El regreso se realiza por la vertiente izquierda del río, ganando altura en la ladera rumbo al Oeste. Se transita por un viejo sendero que se interna en un magnífico hayedo después de cruzar el arroyo. El bosque se caracteriza por un sotobosque poco diverso pero maduro de arándano (Vaccinium myrtillus).
Pronto, en el entorno ya del bucólico cabañal del Candanío, se obtiene una amplia panorámica del macizo de Valnera en su conjunto, donde destaca la mole caliza que le da nombre, que con sus 1718 m. se erige en la máxima altitud de la montaña oriental de Cantabria. Toda esta segunda mitad del recorrido se acompaña del dosel forestal.
Con alguna paciencia es muy posible descubrir el paso fugaz de algún corzo, especie de muy densa presencia en este entorno; menos habitual será descubrir algunas de las especies protegidas en el marco del Lugar de Importancia Comunitaria de la Montaña Oriental en que se inscribe el sendero, donde habría que destacar al ciervo volante o el caracol de Quimper entre los invertebrados, reptiles como el lagarto verde, multitud de anfibios (salamandras, tritones palmeados, sapillos pintojos ibéricos, ranas bermejas), martas, garduñas, armiños o ginetas, y un sinfín de especies de aves del bosque y la ribera entre las que llamarán seguramente la atención los carpinteros y rapaces como el cárabo, el cernícalo o los siempre presentes buitres leonados.