Cabaña pasiega

La cabaña, célula del hábitat disperso

Las 10.000 cabañas que se reparten en las cabeceras de los tres ríos pasiegos de Cantabria han hecho de esta construcción un símbolo icónico de estos valles.

Son construcciones sencillas, concebidas únicamente para el cuidado y atención del ganado. Los tipos constructivos más comunes se consolidan en el entresiglos del XVIII-XIX de modo que el edificio más habitual presenta planta rectangular, con 11 metros de desarrollo de fondo y una anchura de 6,80 metros, de mampostería o sillarejo, puertas rasgadas (sobre marco de madera, con jambas sin esconce), pequeños vanos y fachada de puertas contrapeadas en el muro corto, perpendicular al caballete.

El sistema que sustentan su estructura es sencillo, pero no por ello menos estético. Presenta postes apoyados en peana y culminados en zapatas de madera que dan soporte a dos grandes vigas longitudinales, el petral en la planta baja, y la viga cimera en el payo, con un tillo de madera entre plantas. Sobre la viga cimera se unen los pares de cabrios que dan soporte a la cubierta. Ésta se forma por una tablazón de madera, una cama de ripia y el enlosado de lastras de arenisca. El acceso exterior suele hacerse a partir de una escalera de piedra sobre la fachada que se apoya en un muro de contención en el que se abre una pequeña hornacina o un borcil. Esa escalera culmina en un amplio descansillo denominado patín.

Cabaña pasiega

La división interna y la cabaña «vividora»:

El interior de la cabaña tiene una distribución muy elemental, con la planta superior destinada a pajar y la inferior a establo. La cuadra cuenta con pesebreras adosadas a las gateras o muros laterales, elaboradas en gruesos tablones de roble, en los que se abren agujeros para fijar los peales con que «prender» o amarrar las vacas a las cebillas.
Se conoce como cabaña «vividora» aquella que ha sido dotada de algunas comodidades adicionales, toda vez que acoge un uso residencial más prolongado en las zonas bajas de las laderas. Su división interna es tremendamente elemental. Se establece en la planta superior un apartado enlosado, para evitar los incendios, sobre el que se dispone el lar, a modo de un brazo de madera insertado en el muro del que penden los utensilios de cocina sobre el fuego. El resto del espacio ocupado por la vivienda acoge algunas estancias separadas entre sí por una rudimentaria tablazón de madera, y no suelen disponer de más acomodo que un camastro acondicionado con hierba seca. Sobre la techumbre de las habitaciones se dispone entonces de un hueco, o payota, que se utiliza para guardar aperos.