CONOCE LOS VALLES

Valle del Miera

Un valle moldeado por el paso del tiempo, con un impactante paisaje.

Querrás hacer innumerables paseos a través de sus formas irregulares, como el circuito existente desde la Concha, el Hayedo de Zamina y los Picones de Sopeña. El Valle del Miera cuenta con grandes bosques de hayas y encinas, diversidad de formas geológicas y un encrespado y peculiar panorama. También destaca por su patrimonio arquitectónico civil y religioso, por su gastronomía y los recorridos por cabañales pasiegos.

Valle del Miera

Acércate a conocer la Cueva de Sopeña, una recreación de la cercana Cueva del Salitre II, que ofrece la posibilidad de pasear a través de una gruta de enorme belleza, descubrir la vida cotidiana y espiritual de los habitantes paleolíticos del Alto Miera, experimentar con el arte rupestre y la reconstrucción de un campamento prehistórico y conocer como hibernaban y morían los imponentes osos de las cavernas.

Iglesia de Santa María de Miera, es un alto obligado en cualquier visita que se precie. El edificio, que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1988 por su mezcla elementos del gótico tardío, el renacimiento y barroco, llama la atención por sus grandes dimensiones y monumentalidad y tiene su origen en un antiguo monasterio benedictino dedicado a San Juan.

Valle del Miera

Debido al escarpado relieve del valle, ésta zona resulta inmejorable para la práctica de diferentes actividades como escalada, paseos a caballo o rutas a pie o en bicicleta. El gran número de cavidades que se encuentran en la zona invita a la práctica de la espeleología. Numerosos grupos, tanto españoles como extranjeros, llevan años explorando en las intrincadas rutas subterráneas. Sin embargo, aún queda mucho por descubrir.

– En San Roque de Riomiera existe la posibilidad de realizar diferentes rutas:

  1. San Roque en Bicicleta de Montaña
  2. Senderismo por las Cumbres Pasiegas
  3. Ruta de las Cabañas Pasiegas
  4. Ruta del Hayedo de Zamina.

En Miera encontramos las siguientes actividades:

  1. Caminando por los Valles de Miera
  2. Senderismo por las Peñas de Miera
  3. Miera en Bicicleta de Montaña

– En Liérganes podemos realizar una serie de rutas:

  1. Caminando por la Ribera del Miera
  2. De Rubalcaba a los Pozos de Noja
  3. Subida a las «Tetas de Liérganes»
Valle del Miera

El Valle del Miera está conformado por numerosos barrios dispersos por extensos prados salpicados de cabañas. La actividad económica de la zona alta del valle (San Roque de Riomiera y Miera) se basa casi exclusivamente en la actividad ganadera, aunque últimamente han alcanzado cierto auge las actividades relacionadas con el turismo rural. En la zona de Liérganes a la actividad ganadera se suman otras ligadas a la pequeña empresa, el comercio y las actividades turística y balnearia. Un proceso de reconversión que trata de disminuir la actividad agrícola y ganadera del valle en favor de una actividad económica centrada en el turismo que aproveche la riqueza paisajística y patrimonial del terreno.

 

Valle del Miera

Las fiestas más destacables de la comarca son:

En Liérganes se celebra la fiesta de San Pantaleón (27 de julio), San Pedro Advíncula (1 de agosto), así como en el barrio de Rubalcaba Nuestra Sra. de las Nieves (5 de agosto).

Desde el año 1999 también se viene celebrando el «Festival del Chorizo y el Vino de Rioja», con productos procedentes de la localidad riojana de Baños de Río Tobía, hermanada con la localidad. Se trata de una celebración donde se reparten para su degustación grandes cantidades de estos productos a todos los asistentes. La fecha de celebración varía entre finales de julio y principios de agosto, coincidiendo en fechas con las Grandes Fiestas de Liérganes. Como contrapartida, después se llevan los Quesos de Liérganes a dicha localidad de La Rioja.

– En San Roque de Riomiera se celebra San Roque (16 de agosto) con misa y romería. En septiembre esta localidad es testigo de la «Fiesta del Orgullu Pasiegu», de creciente interés turístico con diversas actividades tradicionales de la zona, como el salto pasiego, corte de troncos, voceo, etc.

– En Miera, el 21 de septiembre, se celebra con gran asistencia de romeros la festividad de San Mateo.

Valle del Miera

La población de este valle se remontan al 30.000 a.C., tal y como lo demuestran los restos encontrados en la Cueva del Rescaño (Mirones).

Ya en la Edad de Hierro (I milenio a.C.), los cántabros fundan asentamientos en la zona de Liérganes, como los recientemente descubiertos en los Castros de Castilnegro y Peñarrubia.

El primer documento escrito que ha llegado hasta nuestros días data del año 816, y se refiere al monasterio de San Martín de Liérganes, ya desaparecido. En la Alta Edad Media, la zona alta del valle se convirtió en uno de los escenarios de expansión de la comunidad pasiega.

Durante los siglos XVII al XIX tienen lugar algunos de los hitos más relevantes de la historia del valle, como la instalación de las fábricas de artillería de Liérganes y La Cavada, las idas y venidas en el desarrollo del camino de Lunada, o el desarrollo de la actividad termal de Liérganes.

La ubicación privilegiada para la extracción minera, la cercanía del río Miera, capaz de transportar grandes cantidades de madera río abajo, y la abundante mano de obra barata en la región favorecieron que se desarrollara en la zona una prolífica industria armamentística.

 

En Liérganes se construyeron, según Alcalá Zamora,“…los cañones más feos y los mejores del mundo». Las Reales Fábricas contaron durante dos siglos con altos hornos, carboneras, lavaderos, obradores de herrería y carpintería, almacenes y oficinas. Para su puesta en marcha fueron necesarias importantes obras hidráulicas: las presas de Liérganes, La Cavada y Valdelazón y el zapeadero sobre el Miera.

Aún hoy en día quedan como testigos de esta frenética actividad la gran presa de Liérganes, la casa del Rey de Lunada y el magnífico resbaladero de madera del que apenas se conservan los muros de la base. Este resbaladero se presentaba como un amplio tobogán de casi 2.400 metros de longitud, para su construcción se necesitaron 5.000 ejemplares de haya y sirvió para salvar 600 metros de desnivel en la montaña.

Durante el siglo XVIII tiene se articulan las comunicaciones con la meseta y el valle del Ebro a través de algunos de los núcleos de la zona baja del Miera, lo que termina de conformar la ordenación del valle y permite que se construyan obras públicas de envergadura como la casona de los Miera Rubalcaba o el Puente Mayor. 

El del Miera es el más agreste de los valles pasiegos. Mientras que las arcillas del Pas y el Pisueña presentan formas alomadas, en el Miera domina la roca desnuda con marcados relieves.

Los procesos de karstificación han dibujado multitud de formas agrestes e irregulares como Dolinas, poljés y lapiaces. Mientras, en el interior de la montaña se desarrollan cientos de cavidades de proporciones realmente extraordinarias, muchas de ellas aún inexploradas. Recientemente se ha constatado la unión de varias de estas cavidades que dan forma a un sistema de 77 kilómetros de galerías, el Alto del Tejuelo, que pasa por ser la segunda red subterránea más grande de España.

Valle arriba a partir de San Roque de Riomiera se aprecia una clásica morfología glaciar como resultado de la acción modeladora del hielo, que ha ocupado estas tierras durante buena parte del cuaternario. Se aprecian claramente los circos, las morrenas y la forma en artesa del valle. Su característica más singular es que este glaciar alcanza las cotas más bajas de toda la Europa meridional, depositando los materiales de arrastre apenas por encima de los quinientos metros de altitud.

Abundan los espacios frondosos, particularmente de hayedos adaptados a las duras condiciones del suelo y el clima del valle. De hecho, en la vertiente oriental de los Picones de Sopeña se localiza uno de los hayedos de mayor extensión de toda la comarca, el de Haza Mina.

La rica biodiversidad en la fauna se ha visto revitalizada en los últimos años con programa de reintroducción del rebeco, desaparecido en la comarca durante más de siglo y medio. Gracias a este esfuerzo por recuperar el ecosistema, el rebeco vuelva a criar en el alto Miera y en todo el conjunto de la montaña oriental de Cantabria.

El patrimonio cultural del valle se concentra en torno a la cultura pasiega y la arquitectura nobiliar clasicista del Conjunto Histórico Artístico de Liérganes. Destacan del Miera su enorme bagaje de cabañas, bodegos, cuvíos, molinos de río o antiguos senderos; sin embargo, un recorrido valle arriba debe comenzar en el Palacio de Elsedo de Pámanes, de principios del siglo XVIII, una de las obras barrocas más representativas de la región. Este ejemplar único de la arquitectura civil de Cantabria consagra varias salas abiertas al público a la exposición de obras de arte moderno de destacados artistas como Berrocal, Chillida, María Blanchard, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz o Pablo Serrano.

Liérganes es un buen reflejo tanto de la arquitectura popular, de casas montañesas con balcones y corredores, como de la arquitectura nobiliar. No pueden dejar de admirarse la casona de los Setién, la del Intendente Riaño, o aquélla que dicen de los cañones, adornada por algunas de las armas que salieron de la antigua fábrica de artillería.

Entre los elementos más destacados de la arquitectura religiosa es preciso detenerse en las Iglesias de San Pantaleón y San Pedro Advíncula.

 

El Palacio de La Rañada es buena muestra del poder que ostentan los linajes más acomodados del siglo XVIII, entre los que destaca por su antigüedad el de Miera Rubalcaba. Junto a la ermita de Santa María La Blanca se levanta un majestuoso crucero como ningún otro en Cantabria cerrando su casa solar.

El edificio se levanta sobre los restos de la antigua casa solar de la familia, de mediados del siglo XVI, y se caracteriza por el aspecto cerrado del conjunto y por la planta en “U”,  un modelo que se repite en la comarca en otras edificaciones del siglo XVIII, como la casa de Gómez Barreda en Saro, que presenta un cuerpo central prácticamente idéntico a este de La Rañada.

Contraviniendo lo que suele ser habitual, el edificio dispone de una capilla paralela a la fachada en homenaje a la virgen de Guadalupe. Una inscripción sobre la puerta reza: “Ganan 200 yndulgencias las personas que hicieren devotamente un acto delante de esta ymagen de nuestra señora de Guadalupe concedidas por el señor arzobispo de Zaragoza con facultad de Benedicto XIII”. Se pretendía, sin duda, la devoción pública.

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